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Una de las preguntas que suele hacerse quien quiere vivir de su arte es «¿Cómo consigo que la gente compre lo que hago?» o «¿Cómo llego a personas que se enamoren de mi trabajo?».
Pues bien, hoy voy hablarte de algo que puede ayudarte a darle respuesta: el Círculo de Oro, o el motivo para definir tu trabajo desde el «por qué» lo haces, y no «cómo» lo haces o «qué» vendes.
Qué es el Círculo de Oro
Simon Sinek es el creador del concepto del Círculo de Oro, partiendo de la idea de que todo el mundo que vende algo sabe lo que vende (el «qué»), solo algunas personas saben cómo se distinguen del resto de personas que vende lo mismo que ellas (el «cómo»), y, finalmente, hay una minoría que es consciente del propósito de su trabajo, los valores que le motivan a hacer lo que hace (el «por qué»).

Y es que al parecer, el cerebro humano se parece bastante al Círculo de Oro, como nos explica el propio Sinek. De dentro hacia fuera, primero encontramos la parte más primitiva y que se encarga de la toma de decisiones emocionales, por instinto, y después está la parte del cerebro más racional, la que comprende el lenguaje y la lógica.
Lo que te interesa saber de aquí es que la gran mayoría de las decisiones son tomadas por ese cerebro primitivo, en contra de lo que nos gusta pensar, para luego ser justificadas por el cerebro más «humano».
Una vez que se hace un impacto en ese centro, las partes más racionales de nuestra mente se encargarán de procesar la información práctica y utilizarla para justificar esa conexión emocional, para reforzar las ganas que tenemos de comprarle algo a alguien.
Él nos explica que los proyectos y las empresas más exitosas atraen clientes yendo al centro de la diana, al porqué, y que eso funciona así por simple y pura biología.
En el caso de ilustradores e ilustradoras, cuando hablan de su trabajo suelen decir que dibujan, diseñan, ilustran, en algunos casos dan detalles de que lo hacen con este o aquel estilo, o utilizando uno u otro material en sus composiciones, sobre tal tema. Lo que no suelen contar es qué motivación hay detrás para hacer todo eso, y ahí es donde está la mejor forma de encontrar clientes fieles que adoren tu trabajo.
Un ejemplo práctico
Navegando en Instagram me encuentro con el perfil de Lola Vendetta, un personaje creado por la ilustradora Raquel Riba Rossy. Inmediatamente me provoca una sonrisa uno de sus posts donde se ve a Lola con cara de perversa, dándole la contestación que se merece al señor de turno que se mete donde no le llaman.
Ya me ha ganado. La sigo, comparto su contenido y estoy al día de lo que hace, porque su personaje dice lo que a mí me gustaría decir, me hace sentirme acompañada ante las injusticias diarias, me saca carcajadas.
Me encanta su trabajo, así que, cuando anuncia la agenda que ha diseñado para el nuevo año que se acerca, mi cabeza (en concreto la parte racional) empieza a enumerar razones más que justificadas para comprarla: que si me hace falta para organizarme, que es que está a muy buen precio, que mira que hasta tiene organizadores mensuales…
En realidad yo ya sabía que quería gastarme dinero en alguno de sus productos, porque me cautivó su «porqué» mucho antes de ver ninguno de sus productos, y solo necesitaba un pequeño empujoncito para terminar de convencerme y que diera el paso de comprar.
Como ves, está muy claro Raquel Riba Rossy se gana a sus fans empezando por su «porqué» (la lucha por la igualdad entre los sexos es necesaria y con ella se consiguen cambios), a través de su «cómo» (ilustraciones con mensajes que denuncian injusticias con un toque de humor y un estilo minimalista y claro a través de su personaje Lola Vendetta) y aplicado a su «qué» (láminas, libros, papelería, merchandising, etc.).
¿Qué es exactamente el «porqué»?
Puede que a estas alturas creas que el porqué o propósito debe ser algo grandioso o ambicioso, como el feminismo o luchar contra el cambio climático, pero nada más lejos de la realidad.
El propósito es lo que te motiva a dibujar, y por qué quieres compartirlo con otras personas, y no tiene por qué sonar a algo pomposo para conectar con los valores de otra persona.
Aquí tienes algunos ejemplos:
- Dibujar por estética. Has desarrollado un estilo atractivo visualmente, con el que disfrutas tú y con el que quieres hacer disfrutar a otras personas por el mero placer de observarlo.
- Dibujar para hacer reír. Tu ingenio está al servicio de la diversión y ayuda a quien lo ve a evadirse aunque sea por un momento, ya sea con un humor más sesudo o más digerible para todos los públicos, aplicado a una estética complicada o sencilla.
- Dibujar para reivindicar. Tu motivación es dar visibilidad a una injusticia o un problema sobre el que crees firmemente que hay que hacer algo al respecto, ya sea desde un punto de vista más reflexivo o más activista, con humor o con crudeza, etc.
- Dibujar para educar. El poder de una imagen es muy grande, y tú lo sabes, por eso pones tus habilidades artísticas al servicio de temáticas o mensajes que se entiende mejor gracias a ti.
- Dibujar para compartir experiencias. Sabes que hay más gente ahí fuera que ha vivido las mismas cosas que tú, que siente y padece de la misma forma, que tiene recuerdos de tu misma generación, que echa de menos las mismas cosas, y tú le das forma para ellas con tu arte.
- Dibujar/diseñar para otros proyectos. Haces de tu habilidad un servicio para otras personas o marcas que se benefician de la estética o las ideas que aportas.
Como ya te habrás dado cuenta, estos ejemplos se pueden combinar perfectamente entre ellos. Como Brush Willis, que aplica su facilidad para el humor a otras marcas para ayudarles a generar movimiento en sus redes sociales, o Flavita Banana, que tiene una forma singular de hacernos reír ante situaciones que en la vida real son dolorosas, o Áurea Eme, que nos transmite su pasión por el patrimonio nacional a través de sus elegantes ilustraciones realistas.
Las ventajas de que tu arte tenga un propósito
Lo primero es que te será mucho más fácil generar ventas si las personas a las que te diriges comparten valores contigo, porque le estarás hablando directamente a la parte que más poder tiene en su cerebro. Esa parte que les hace decir «¡La última lámina de Menganita de Tal me representa al 100%!» o «No sé qué tienen exactamente sus diseños pero me encantan».
Cuando exhiban o contemplen eso que te han comprado podrán decir que se sienten reflejadas en lo que tú has creado, y eso no tiene precio.
Lo segundo es que, una vez definas la base de tu arte, darle una identidad y por tanto diferenciarte del resto es bastante más sencillo, y en un momento como el actual en el que la competencia online es tan feroz, esto te da muchos puntos.
Teniendo esto, gran parte del trabajo ya lo tienes hecho.
Un ejercicio para ti
Plantéate cómo has estado definiendo tu arte hasta ahora. ¿Desde dentro hacia fuera o al contrario?
¿Has ideado tu proyecto desde la venta de un producto o servicio concreto y le has buscado sentido después? ¿O hay algo detrás de tus obras que atrae a las personas que comparten tus valores?
Y recuerda, el dinero, aunque necesario, nunca es un propósito, sino un resultado de tu trabajo.
Me da en mucho que pensar, y organizar… me es muy util, talvez con estas pistas logre algo, graciaas¡ 🙂
Muy interesante, es difícil salir de la inercia de dibujar para otros y equilibrarlo con proyectos que van en la linea de dar el justo peso a una voz propia, procuro guardar ese equilibrio porque si no empiezo a sentirme molesto. Me gusta mucho la idea que plantea sobre dirigirse a aquellos con quienes se comparten valores.